
En la voz de Amilcar Unanue se percibe algo más que experiencia: se siente la devoción, el respeto profundo y casi místico que profesa por los caballos. Su pasión no se limita al acto de domar: él busca comprenderlos, descifrar sus silencios, hablar su lenguaje.
A unos kilómetros del bullicio urbano, en el norte de la provincia de Buenos Aires, Amilcar encontró su lugar en el mundo: un campo de 10 hectáreas en Pergamino que bautizó con justicia como «La Tradición». Allí, entre pastizales y brisas tranquilas, enseña el arte de la doma como si se tratara de una filosofía que merece ser transmitida más allá de las fronteras.
En su haber lleva amansados 746 caballos. Pero más que números, son historias compartidas, vínculos construidos con paciencia, entrega y una fe inquebrantable en la conexión entre el hombre y el animal.
Durante la charla, a medida que se compartían historias de vida y oficio, surgió un tema sensible: el uso del rebenque en la doma. Amílcar, con voz firme pero serena, expresó una preocupación que atraviesa a muchos en el mundo rural: “A veces se castiga mucho al gaucho por el rebenque, por el palo… pero no todos somos iguales”, dijo, dejando en claro que la tradición no siempre implica maltrato.
El oficio de la doma, profundamente arraigado en la cultura gaucha, ha sido duramente juzgado por ciertos sectores. Sin embargo, quienes lo viven desde adentro defienden con orgullo su labor, reclamando una mirada más justa y comprensiva sobre una práctica que, para muchos, es más que un trabajo: es una forma de vida.
Hablando de esta forma de vida, una de las pregunta que le realice a Amilcar, es cuanto tiempo de doma lleva un caballo, donde él con plena sinceridad me respondió diciendo que depende del animal, puede ser que tenga una genética mansa y en poco tiempo este domado, dando el tiempo de doma de un año, un año y pico pero igualmente el caballo te va marcando el paso de alguna manera. De todos modos “un caballo domado la palabra es grande” ya que un caballo domado lo tiene que andar cualquiera, ya sea un chico, un adulto, dejarse montar utilizando un cajón lo que sea. El caballo domado es aquel que todo el mundo puede utilizar.
Con el tema de la conexión del hombre y el animal, se le realizó esta incógnita a Amilcar, donde él respondió “sí si, se forma un vínculo”, pero de todos modos cuando se toma un caballo para domar, hay que tratarlo como tal, no como una mascota “hay que mantener un respetuo mutuo” dijo, entonces planeta que existe un vínculo pero si las dos cabezas piensan igual, donde el caballo no da ventaja porque lo retan y el hombre no le da ventaja al animal porque lo puede patear, también dice que un caballo no te va a patear por malo, sino por defensa y algo natural, “un caballo no te va a patear por malo, te va a patear por una defensa y una cosa natural” expresó,es así que a los caballos hay que tratarlos como caballos, hacerse respetar y enseñarles; “lo podes educar toda la vida a un caballo, siempre le podes enseñar y transmitir cosas” dijo.
Amilcar tiene 44 años, y ha domado 746 caballos a lo largo de su vida, de todo tipo, es así que expresa que “le han enseñado, porque cada caballo te enseña”. Pero este oficio no es solo saber, sino que la experiencia y la educación es primordial. A la hora de dictar sus cursos de doma, les dice a sus estudiantes que “es lindo que lo haga renegar un caballo, que tengan que usar manea, que no lo puedan subir, que no no lo puedan agarrar, porque ellos les están enseñando” es una clara referencia a la pregunta central, donde se genera un vínculo con el animal.
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