
Amaneció un domingo frío y crudo. El mate listo humeante nos acompañó desde temprano en la travesía de salir rumbo a Arias, Córdoba,donde se llevaría a cabo una exhibición de caballos criollos. La expectativa tanto mía como de mi padre eran muy altas, al llegar el escenario no parecía bueno, estaba nublado, frío y el viento soplaba tanto que se colaba en los huesos. En el predio apenas había personas y caballos. Sin embargo, luego de realizar algunos prejuicios del evento que estábamos a punto de presenciar, comenzaron a ensillar caballos, a cepillarlos, ponerlos coquetos para la ocasión. A medida que el reloj avanzaba, el lugar comenzó a tener más vida, donde el viento resoplaba pero se acoplaban a un viejo parlante que comenzaba a musicalizar el lugar. El primer animal en pisar la pista fue un criollito de pelaje alazán el cual era guiado por un niño de no mucho más que doce años, quién dió una presentación casi perfecta, donde él y el animal eran uno solo, se entendían perfectamente, no se trataba de una simple presentación eso era pasión que desbordaba por los poros del muchacho y por el sudor de su equino amigo. Así fueron pasando diferentes participantes y entre mate y risas la mañana llegó a su fin. Una vez finalizada la etapa de destrezas donde cada animal que fue domado en 60 días, demostrando que era capaz de hacer movimientos específicos de un animal de trabajo de campo, como utilizar el lazo, hacer frenadas espontáneas, entre otros. Llegó la segunda etapa de la exhibición en la cual se calificaba la genética de cada animal, por un lado las hembras y por el otro los machos. Uno a uno, los participantes desfilaron con orgullo, mostrando el temple y la nobleza que representa al caballo criollo. La pista, que antes estaba desierta, se convirtió en el corazón palpitante de cada uno de los que estábamos maravillados con cada animal. En ese momento me encontré con un escenario completamente distinto al del inicio, todos los espectadores estábamos respirando lo mismo, tradición, familia y amor por nuestras raíces.

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